18 abril 2024

LAS NUEVAS TECNOLOGIAS SON POCO SALUDABLES

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Jueves 18 de febrero de 2016.

"La adicción a las nuevas tecnologías resta importancia al ocio, charlar o salir con amigos" Abrir los ojos y mirar el celular. Éste es el despertar de muchos argentinos, especialmente los jóvenes de hoy.

Psicólogos especialistas en el trastorno definen a los afectados como "personas que tienen autoestima baja" y "dificultad relacional". Los casos más graves suelen darse cuando trasladan el juego a la realidad.

El 66,7% de los adolescentes entre 10 y 15 años ya tiene teléfono móvil propio.

"Desde que nace, se le pone al bebé el móvil, la tablet o la televisión con los dibujos animados y esto no favorece a la maduración de los circuitos cerebrales".

Obesidad, disminución del rendimiento académico y de la atención, aumento de los conflictos sociales y familiares, deterioro de la comunicación, aislamiento o abandono de las responsabilidades. Estas son las consecuencias que tiene el uso incontrolado de las nuevas tecnologías, a las que pueden sumarse el insomnio, el ánimo disfórico —tristeza— o la irritabilidad, en los casos más extremos, que ponen en riesgo su salud y sus relaciones.

Abusar del teléfono móvil, de internet, de los videojuegos e incluso de las redes sociales puede diagnosticarse como adicción si se cumplen cuatro importantes factores: la necesidad de utilizar cada vez más los dispositivos tecnológicos; el síndrome de abstinencia, que cuando se prohíbe el uso se produzca una reacción psicológica contraria; una pérdida de control elevada, que intente reducir el tiempo que está conectado y que no pueda; y la pérdida de interés por realizar otras actividades de ocio.

El trastorno esconde algún tipo de carencia y el desarrollo tecnológico lo fomenta José Álvarez, psicólogo y especialista en el tratamiento de adicciones de la Asociación Mentes Abiertas, explica que "si no hay tolerancia ni síndrome de abstinencia no sería adicción sino un uso abusivo, un paso previo".

"Si se levanta y lo primero que hace es conectarse a su teléfono móvil o internet, si empieza a descuidar las redes sociales, si tiene muchos cambios de humor y estados de ánimo irritables o genera conflictos la regulación del tiempo que puede estar conectado a internet" son algunas de las primeras señales que advierten de que algo está pasando. En los casos más extremos, hay personas para los que "el resto de cosas de la vida deja de tener importancia. Normalmente la adicción esconde o tapa algún tipo de carencia y el momento en el que nos encontramos, con tanto desarrollo tecnológico, lo fomenta".

El psicólogo matiza que hay personas que "además de padecer otras enfermedades como depresión, adicción al trabajo, ludopatía o dificultad para controlar impulsos, incorporan el uso de las tecnologías para incrementar su problema", sobre todo en las personas adultas".

 

"Buscan sensaciones nuevas" Por su parte, la adicción a las nuevas tecnologías a través de los videojuegos tiene un papel importante, sobre todo en los adolescentes. Uno de cada tres hogares cuenta con, al menos, una videoconsola y el 22,5% de la población se declara jugadora. Los casos más graves, muchas veces son los que trasladan el juego a la realidad. José Álvarez relata el peor comportamiento: "Te creas un personaje y en las situaciones más extremas, se produce una pérdida de identidad o de realidad. El resto de cosas deja de ser importantes: salir al parque, quedar con amigos o tener una charla cara a cara con otra persona". Internet está muy bien diseñado para poder engancharte "Al final esta adicción no es distinta a otra.

La utilización de distintas tecnologías a la vez que hace que la atención se disperse y disminuya el rendimiento "Cada vez se compra teléfonos móviles con edades más tiernas". El 66,7% de los adolescentes entre 10 y 15 años ya tiene teléfono móvil propio —según la Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación en los hogares de 2015— y son los jóvenes entre 16 y 24 años son los que más tiempo pasan "enganchados" al smartphone, una media de 3,4 horas diarias, según el estudio global 'Connected Life'.