6 octubre 2024

Llevó a su hija a la guardia por un dolor de espalda y volvió a casa con un nieto

La conmovedora historia de la abuela de 35 años y el día más feliz y confuso de su vida: “¿Dónde estaba metido si no tenía panza?”. La joven de 18 años tampoco sabía que estaba embarazada.

Sin baby showers ni curso preparto, Jimena, con 18 años, llegó a la guardia del Hospital local y se enteró de que iba a ser mamá en el consultorio de ginecología. “Sale la ginecóloga y me dice está teniendo el bebé y yo digo ¿Cuál bebe ???”, relató a Natalia, la flamante abuela de 35 años.

Así llegó al mundo Isaías Benjamín Montenegro, en una “día sorprendente, es de película, lo veo y no lo creo” explicó Natalia quién brindó detalles del minuto a minuto desde la llegada al nosocomio.

“Llevé a mi hija a la guardia por un dolor de espalda; esperamos una hora hasta que nos atendieron. Al principio no sabíamos lo que tenía. Me mandan a realizarle unos análisis. Para ese entonces llegó otra doctora y le hizo un par de preguntas a Jime de cómo era su dolor de espalda”, contó Natalia.

En ese momento fue cuándo comenzó la gran revelación para la familia que vive en una finca en la zona de La Serena en San Pedro. "La doctora me dice creemos que es un embarazo y que la lleve a ginecología”, antes de continuar con la rutina de análisis.

Natalia llevó a su hija en silla de ruedas al consultorio y se quedó expectante en la sala de espera hasta que vio salir corriendo a una enfermera y momentos después llegó el gran anuncio: “Sale la ginecóloga y me dice esta teniendo el bebé y yo digo ¿Cuál bebe ??? ¿Dónde estaba metido si no tenía panza?”

Miles de preguntas sin respuestas se cruzaron por la cabeza de la mujer mientras Jimena era trasladada a la sala de parto. Natalia era un mar de lágrimas por lo que no la dejaron acompañar a su hija y al respecto recordó: “Ella no entendía nada, yo no entendía nada”.

Mientras esperaba el nacimiento de su primer nieto, embargada por la emoción y la sorpresa, la inminente abuela no sabía a quién avisar ni qué hacer, cuando una enfermera, que no estaba al tanto de que las mujeres ignoraban el embarazo, la asaltó con una nueva inquietud al pedirle la ropa para el bebé.

Este punto fue rápidamente resuelto por la solidaridad de la comunidad que “me dieron una mano consiguiendo ropita, pañales de todo un poquito”, contó totalmente agradecida y emocionada.

Pero aún faltaba para este momento de felicidad, “la peor parte fue cuando escucharon los latidos del bebé muy bajos... no pudo nacer normal porque ella ya había perdido el líquido y no podían esperar más. Asique salieron corriendo con ella al quirófano y yo por atrás de ellos, llorando como loca porque no sabía lo que pasaba”.

“Empiezo a llamar -no se a quien- para decirle lo que estaba pasando. Llamo a mi mamá, llamo a la tía, la verdad no sabia que hacer. Necesitaba que alguien estuviera ahí y me dijera ‘cálmate, baja de la nube’ porque les digo algo, en ese momento no sabés qué hacer, si llorar, reír, salir corriendo; no se, la verdad, no se, tantas sensaciones juntas”, contó Natalia.

La tensión se extendió y ya con su hermana acompañándola, cuenta que “lloraba desesperada y esperaba en quirófano que alguien me dijera algo, sólo quería saber y entender qué pasaba”. Hasta que finalmente la alegría llegó: “Les puedo asegurar que cuando vi esa cosita tan bello y precioso es como que mi corazón estalló de amor”.

“Nos abrazamos con mi hermana y no se porque llorábamos ambas. La abuela también lloraba”, cuenta refiriéndose a la que en realidad es la bisabuela de Isaías. “Doy gracias a Dios por cuidarlos todo este tiempo hasta su nacimiento. Así tenía que ser y así fue. No sabíamos que estaba embarazada, ella no lo sabía tampoco", manifestó.

Isaías llegó al mundo el pasado 26 de abril a las 13.00, con un periodo de gestación de 39 semanas, pesó 3,100 kg. “El gordo hermoso, sanito, sin ningún control, sin ninguna eco nada de nada. Una bendición, un milagro”, declaró la madre de la ex alumna de la Escuela 18, que terminó sus estudios en ese establecimiento rural.

Previsora ante las críticas, Natalia advirtió: “Les digo algo, no soy un ejemplo para juzgar a mi hija. No, para nada, nadie es perfecto; asique ahórrense comentarios pedorros, ahórrense muchas cosas lo digo para la gente que habla sin saber”.

“Mi hija con 18 años fue mamá de este hermoso bebote, llegó para cambiarnos la vida y sin dudas va tener amor y cariño del puro. Y bueno, así será, apoyo a mi hija, para eso voy a estar. Ahora puedo decir que soy la abuela más afortunada del mundo la persona más feliz que pueda existir”.

"Antes éramos cuatro en casa, ahora somos cinco en un abrir y cerrar de ojos”, aseguró. “Ahora si tengo otro motivo por el cual levantarme todos los días; tengo tres razones para seguir. Dios los bendiga”, cerró Natalia, visiblemente emocionada y agradecida con todos los que colaboraron.