24 abril 2024

Queja ruralista: 7 de cada 10 pesos del campo van al Estado


En el último trimestre (abril, mayo y junio) la participación promedio del Estado en la renta agrícola se ubicó en un 68,3%. Así lo indicó el último informe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA).



 

Domingo 5 de julio de 2020.

El documento de FADA, detalla que por cultivos, la soja es la más castigada con una incidencia de los impuestos del 69,7 por ciento. Le siguen el trigo (67,8 por ciento), el maíz (65,4 por ciento) y el girasol (59 por ciento). De esta forma el trabajo determinó que en promedio de lo que produce cada hectárea, el Estado se lleva el $ 68,30 por cada $ 100 de renta.
Por lo tanto estos números determinan que con los casi 32 pesos por cada 100, el productor tiene que volver a sembrar, cuidar el cultivo, cosechar y vivir.

Cabe destacar que los impuestos que conforman el 68,3% de la carga se dan en los tres niveles del Estado: un 26% del total son coparticipables entre Nación y provincias, mientras que un 67% son nacionales (no se coparticipan), un 5,2% son provinciales y un 0,8% municipales. Los impuestos nacionales no coparticipables son las retenciones, mientras que los coparticipables son Ganancias e IVA. Los tributos provinciales, en tanto, son Ingresos Brutos e Inmobiliario Rural y los municipales están compuestos por las «Tasas Viales».

La medición por provincias, en tanto, arroja que Santa Fe es la jurisdicción con menor presión impositiva sobre la producción agrícola: 63,4 por ciento. En Buenos Aires, el índice Fada arroja un peso sobre la renta del 66,8 por ciento; en Córdoba, del 67,8 por ciento; en San Luis, del 68,3 por ciento; en La Pampa, del 71 por ciento; y en Entre Ríos, del 73,4 por ciento.

Otro aspecto que destaca el reporte de FADA es que del total de impuestos que aporta cada hectárea, el 67 por ciento son no coparticipables; es decir, que no vuelven a las provincias donde se produjeron los granos que aportaron los recursos.

Por otra parte, en junio del año pasado la participación del Estado en la renta agrícola se ubicaba en un 56%, algo que cambió con la suba de las retenciones del gobierno de Alberto Fernández que determinó ahora una suba a casi el 70%. En este aspecto es importante indicar que este aumento, además de engrosar los recursos que se quedan en la Casa Rosada, no se redistribuyen automáticamente y reducen la base imponible para pagar Impuesto a las Ganancias, que sí se coparticipa.

“Estos cambios significan una reducción del federalismo fiscal por tres vías. La primera es que se incrementan los recursos no coparticipables en manos de Nación; la segunda, que se reducen los recursos coparticipables por reducción del impuesto a las ganancias; la tercera, los recursos que salen de las regiones productivas en el marco de la suba de derechos de exportación”, subrayó el economista jefe de FADA, David Miazzo a LT20 Radio Junín.

Distorsiones
Otro dato no menor es la preocupación del sector con las distorsiones que genera el cepo cambiario en el mercado y la posibilidad concreta de que los insumos que se necesitan para producir empiecen a tomar como referencia el precio del tipo de cambio paralelo.

Por ejemplo, en el caso de la soja, el informe de FADA señala que un 58% de los costos de producción de una hectárea están estrictamente dolarizados, al tiempo que el restante 42% se encuentran pesificados. En el maíz, por su parte, la dolarización llega al 62%.

La comunicación
Como se puede apreciar, uno de los datos más curiosos que aporta este trabajo tiene que ver con la baja rentabilidad del sector. Sin embargo existe una mirada de gran parte de la sociedad sobre los productores agrícolas que los ve como avaros y pocos solidarios, cuando es la actividad con mayor aporte impositivo del país. En tal sentido el Lic. Miazzo explicó que esto “tiene que ver con una idea de construcción de un enemigo político en distintos momentos de la historia. Esa mirada no es reciente y ha servido para avalar este tipo de presión impositiva que acepta gran parte de la sociedad, más aún aquella que habita grandes ciudades alejadas del interior productivo. En el sentido que cualquier persona de una gran ciudad siente más cercano lo que le pasa a un comerciante pyme que a un productor agrícola. Es curioso porque también existe una mirada mucho más positiva del sector industrial que del sector agropecuario. Es evidente que hay un tema a resolver desde la comunicación del sector hacia la ciudad”.

José Luis Amado/ La Verdad de Junín.