29 marzo 2024

ES LA "HORA" DEL RECICLADO


La ciudad holandesa de Eindhoven es la sede de la Dutch Design Week, la feria de diseño más prestigiosa de Europa del Norte, que comenzó el sábado pasado y que este año tiene a un argentino entre sus 2600 expositores. Federico Baroni, un rosarino de 22 años, presenta, en la locación surrealista de un exbúnker nazi enclavado en el bosque, su marca de relojes confeccionados con bolsas de plástico. "El objeto de plástico más dañino que existe y el que menos se recicla", asegura.

Jueves, 24 de octubre de 2019.

Se estima que por la feria -dispersa en 120 locaciones de la ciudad y abierta hasta el 27 de octubre pasarán más de 10.000 visitantes y Baroni buscará encontrar aliados que lo ayuden a acercarse a su objetivo: recaudar US$150.000 poner en marcha la producción en la Argentina y exportar desde ahí relojes al mercado de Europa del Norte.

En un contexto de despertar masivo a la conciencia ecológica, con la emergencia de una líder de relevancia mundial como Greta Thunberg, Baroni cree que es un buen momento para desarrollar su producto. "Mi idea es empezar por Holanda, donde las políticas ambientales son muy importantes; pasar a Alemania, a Dinamarca y de ahí para arriba", dice, aunque no descarta incursionar también en ciudades con mucho interés por el diseño ambiental como París y Barcelona

Aunque estudió publicidad, Baroni siempre fue un apasionado del diseño y a los 17 años le dio forma a su primera creación. "Se me había roto mi billetera e improvisé una con papel. Ahí germinó la semilla del diseño ecológico", cuenta. "Me di cuenta que había millones de cosas que se podían hacer sin plástico y tomé dimensión de los residuos que hay detrás de los que consumimos a diario".

Su última creación son los relojes Waltic, hechos con una estructura de plástico reciclado y una máquina marca Citizen. "Elegí hacer relojes porque tienen una signicación muy profunda: el tiempo. Tenemos que entender que somos finitos y que el tiempo que tengamos de vida en sociedad en el planeta tiene que ser de cuidado para después dejárselo a otras personas", dice.

El primer prototipo lo realizó en Córdoba, junto a un equipo que ya tenía alguna experiencia en el reciclaje de plástico, aunque no de bolsas. Juntos armaron un proyecto de investigación, adaptaron tecnologías holandesas de open source y comenzaron a producir estos relojes, que utilizan alrededor nueve bolsas de plástico cada uno y tienen un precio de entre 165 y 220 euros, dependiendo de la máquina.

Convencido de que el mercado para su producto está lejos de la Argentina, hace dos meses Baroni armó una valija y se fue a Holanda a buscar inversores. Vistió incubadoras de start ups y, si bien fue muy bien recibido, encontró la oportunidad definitiva gracias a un voluntariado en BIO ART Laboratories, un instituto creado por la artista holandesa Jalila Essaidi, famosa por su creación de una "piel antibalas". "Le comenté a ella mi proyecto y enseguida me invitó a exponer durante la Dutch Design Week en su instituto, que es una de las sedes de la feria", relata.

Si logra recabar la inversión que necesita, Baroni planea regresar a la Argentina para poner en marcha la producción. "Parece un suicidio, pero no", dice. "Nuestro sistema tiene un montón de facilidades en comparación con países del primer mundo. Acá toda la basura tiene dueño y no es tan fácil hacer un arreglo entre partes para hacerse cargo de los residuos de una empresa o armar una jornada de limpieza. Queremos hacernos fuertes en el ecosistema que conocemos, que además es el que tiene más destrozos a nivel ambiental"