20 abril 2024

HABLAR BIEN NO CUESTA UN "¡#%@&!"

Jueves 18 de Febrero de 2016.

Tan espontáneas e imprevistas como la juventud misma son las malas palabras que suelen dejarnos paralizados en una reunión en casa, en la escuela o en la calle. Dice un aforismo, “hay palabras que suben como el humo y otras que caen como la lluvia”. En esta época parece que las primeras inundaron nuestro rico idioma. “Andá a la punta del Obelisco” o “¡me caigo en vos!” eran insultos que suavizaban una situación algo comprometida. O como decía una actriz de TV “¡qué volumen!”, era el sustituto del popular: “bolu…” ¿Se trata de un mal social? ¿Es culpa de los chicos o de los grandes? ¿Es sólo reflejo de la decadencia educativa argentina?.

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Lila Tiberi (46), profesora en Letras con casi 20 de antigüedad en la docencia, recordó que “en mi infancia, tal vez por ser del interior, tratábamos a los mayores de usted para marcar respeto y ausencia de confianza; en las instituciones escolares no tuteábamos a los docentes. Además, cuidábamos nuestro vocabulario evitando el uso de términos procaces delante de los adultos; hacerlo implicaba algún tipo de sanción, lo cual contribuía a que cuidáramos especialmente nuestro lenguaje. Por otra parte, en general los adultos cuidaban su lenguaje delante de los menores; podríamos decir que daban el ejemplo”.

Sin embargo, Tiberi reconoció que “es evidente que las selecciones lingüísticas de nuestros jóvenes difieren de las nuestras y es natural que así sea, dado que utilizamos el lenguaje para decir el mundo, que está en constante evolución, por lo cual cambian el pensamiento, la visión, la cultura y la lengua. Al hablar, nuestros adolescentes no tienen los mismos filtros que tuvimos, así como tampoco los adultos de hoy hablan como los adultos que conocimos en nuestra infancia”.

La psicopedagoga y coordinadora del Centro de Orientación Vocacional Ocupacional de La Plata (COLP), Julieta Serrao, consideró “habituales las palabras que resaltan de manera negativa, aspectos físicos, que claramente hieren generando en ocasiones sentimientos de angustias o agresiones entre pares. Cabe reflexionar si lo que para un adulto resulta un agravio, entre ellos es un mero saludo afectuoso.

El tema radica en poseer la habilidad social para lograr ubicarse en el contexto en que se expresa y ejercer el derecho a la libertad de expresión respetando al otro (padres, amigos, profesores, director del colegio, etc)”. Al tiempo que subrayó que “no se puede mencionar una única causa del crecimiento en la utilización de terminología inadecuada, estaríamos hablando de una multicausalidad que requiere un estudio más exhaustivo a nivel macro social, así mismo otro pilar importante de reflexión para hallar causas sería responder a los interrogantes: ¿qué está pasando con la noción de autoridad que se utilizan las mismas formas al hablar con un par que al hablar con los padres, el director o profesor del colegio? Hoy en día el avance de la tecnología y el uso masivo de redes sociales donde circulan miles de expresiones, en ocasiones, mal habladas y mal escritas, hace que se naturalice a pasos agigantados el uso de términos que en ocasiones, resultan ofensivos. Hoy, lamentablemente, se convirtió para muchos jóvenes en un hábito difícil de abandonar”.

"En realidad, no hay buenas ni malas palabras. Desde la lingüística, consideramos que en todo caso las palabras son adecuadas o inadecuadas para la situación comunicativa en que se utilizan. El concepto de registro lingüístico se refiere justamente a la relación entre el lenguaje y su uso concreto en distintos ámbitos. Así, una palabra puede ser adecuada en un contexto, pero inadecuada en otro. En las clases de lenguas incentivamos a los alumnos a ser conscientes de los usos que hacemos del lenguaje, de la adecuación al contexto, del manejo de diversos registros que contemplan las situaciones en que nos desempeñamos y nos comunicamos, del valioso instrumento que nos permite expresarnos y acceder a la interpretación de los más diversos mensajes. Cuando los alumnos se dan cuenta de todas las posibilidades que les da el manejo del lenguaje, se interesan mucho más por expresarse adecuadamente, tanto en el modo oral como escrito. Pero es necesario que los docentes incentivemos este interés por el lenguaje", argumenta Guillermina Piatti (Profesora adjunta Facultad de Humanidades, UNLP. Jefe del Dpto. de Lenguas y Literatura del Bachillerato de Bellas Artes, UNLP. Magíster en Lingüística).

 

Fuente “Diario Hoy”