20 abril 2024

Tecnología: ASI LLEGA INTERNET A ARGENTINA

Algo que pocos sabían y muchos se preguntaban. ¿Cómo llega Internet a nuestro país? En Las Toninas están los cables submarinos que conectan a nuestro país con Internet.
toninas

Viernes, 5 de junio de 2015

Las Toninas, ciudad bonaerense a 320 kilómetros de Capital Federal, fue elegida entre mediados de los noventas y el año 2000 por compañías de telecomunicaciones (Telecom, Telefónica, Level 3 y otras) para instalar una de las tecnologías que traen Internet a la Argentina: cables submarinos que dan el acceso al mundo online a través de fibra óptica (aunque no son la única manera en la que el país tiene acceso a la Red).

Estos cables atraviesan los océanos siguiendo unas trayectorias precisas que sólo son conocidas por los navegantes que se valen de cartas náuticas actualizadas, monitoreadas celosamente por las grandes empresas inversoras por razones específicas de seguridad y que, al llegar a tierra firme, posibilitan la unión del país receptor con otros.

La elección de Las Toninas no respondió a un capricho. "Se debe al lecho marino, a la ausencia de piedras y otros restos que podrían afectar la salud de los cables. Por otro lado, se trata de la primera ciudad (en términos geográficos) con esa condición. Se podría ir más al sur, pero eso requiere agregar más cable y, por ende, implica un costo mayor.
De Argentina a Sudamérica
El cable tiene una extensión total de unos 20 mil kilómetros y forma parte del SAC (South American Crossing), un anillo interoceánico que bordea América del sur y provee conectividad a diversos países de la región. En términos operativos, transporta una tasa de datos aproximada de 1,5 terabits por segundo (un terabit equivale a un millón de megabits). Vale recordar que el promedio de velocidad de la banda ancha fija en la Argentina es de 4,4 megabits por segundo, de acuerdo a Cisco Visual Networking.
Así se colocó
Durante el proceso de instalación, en primera instancia se define la traza en el lecho marino y estos datos que se cargan en el barco desde el cual se lleva a cabo la operación de tendido, enterrando el cable con un equipo especial. Hasta llegar al mar, el cable de Level 3 recorre casi 2 mil metros bajo tierra, protegido por una estructura de hormigón. Desde Las Toninas alcanza a Santos, en Brasil, instalado a un metro por debajo del suelo marino. Afirman que en quince años no han habido cortes en la Argentina. Los sistemas son muy seguros. Todos están duplicados y presentan amplios márgenes de seguridad. La tasa de falla de los sistemas de cables submarinos es baja. Baja, pero no imposible: en la última década algunos cables (en Egipto, por ejemplo, o en Vietnam) se cortaron por diversas razones (el ancla de un barca se llevó uno, por ejemplo), dejando a zonas enteras sin conexión.
Protagonista en primera persona
Ricardo Bukel fue contactado por Steve Horne, un capitán de marina inglés que estuvo al frente de este proyecto monumental. Bukel ratificó aquello de que la llegada de esta tecnología a Las Toninas no tuvo el impacto esperado en la economía local. "Quizá solamente en el momento en el cual llegaron, pero acá esto no dejó plata para nadie", explica.
Después de la instalación del cable, "contar con un recurso a la mano no hizo que los ciudadanos de esa zona pudieran utilizarlo para acceder velozmente a Internet o como herramienta para el desarrollo de la comunidad", una realidad que, es análoga a la realidad de "los campesinos bolivianos que llevan a pastar a sus animales sobre un suelo que tiene enterrados miles de kilómetros de caños que exportan gas, mientras ellos pagan la garrafa a precios que triplican el valor de los países que les compran".
Bukel corroboró el poco personal que trabaja en las estaciones de amarre y afirmó que a pesar de ser cierto aquello de que los cables son altamente seguros, una breve "coca" (jerga del buceo que refiere a una vuelta similar a la de las mangueras cuando se atascan) alcanza para romper un tramo del cable que hace de Las Toninas una de las pocas puertas de entrada a Internet (aunque no la única) que tiene la Argentina.
 
 

Fuente: La Nación