Martes 28 de abril de 2015.
Ayer, a Julio Airaudo le dieron el día libre en la panadería de Coronel Moldes en la que trabaja desde hace diez años. Era lo menos que merecía quien acababa de volver al pueblo como un héroe.
El y sus compañeros tuvieron ese recibimiento cuando al llegar en ómnibus bien temprano, antes de las 6, tanta gente se volcó a la calle para mostrarles su orgullo.
“Fue un lunes de fiesta para un grupo de trabajadores que viven el fútbol casi como un pasatiempo, muy distante del mundo ultra profesional de sus rivales de anteayer”.
La precedente es una de las frases que componen la nota publicada por el Diario “La Nación”, hoy, martes 28 de abril, en su suplemento “Cancha Llena”, que habla de la historia de un jugador de Alianza de Coronel Moldes, equipo que casi deja afuera a Independiente de la Copa Argentina y fuera rival de Once Tigres en el Argentino B,en la temporada 2013/2014.
Cercanías y distancias marca nuestro fútbol de cada día. Cerquita a uno de otro, cuando los once entran a la cancha y dejan en el banco la mochila con sus historias.
No debemos alejarnos demasiado para ratificar lo dicho, porque en nuestra ciudad quienes recorrieron el camino de Once Tigres en el Torneo Federal, han sido protagonistas principales, jugando donde el fútbol se juega como profesional, pero muy distantes cuando la vida se entremezcla con obligaciones laborales, familiares y horarios que impiden entrenar y concentrar como los torneos lo solicitan, delimitando la distancia de unos y otros.
Moldes tiene 10.000 habitantes. Toda la población junta podría ocupar una de las tribunas del estadio Mario Kempes.
Se encuentra a 75 kilómetros de Río Cuarto y a unos 300 de la capital cordobesa.
Según un informe de La Voz del Interior, el plantel completo se mantiene con un presupuesto de 80.000 pesos por mes, mientras que Independiente ganó de premio por pasar de etapa 375.000.
Cercanías y distancias, de Torneos que intentan ser Federales pero marcan aún más las diferencias, donde los clubes embargan sus ilusiones en competencias soñadas en lo deportivo pero altamente costosas en lo institucional.
Y donde los jugadores redoblan esfuerzos, para buscar otros objetivos, sin poder despegarse del trabajo de cada día, que la familia necesita, y que sorprende a sus propios colegas que han tenido la posibilidad de “llegar”.
Hace poco más de un año, esta misma Copa Argentina, enfrentó en nuestra ciudad al poderoso equipo de Camioneros de Gral. Rodríguez con nuestro humilde Once Tigres.
Allí, el lateral derecho del equipo sustentado por el gremio de choferes, Pablo Jerez, quien vistiera la camiseta de Boca Juniors, cuando se retiraba de la cancha, se acercó a saludar a un grupo de jugadores del equipo local, a 
quien les dejó su palabra de aliento, entablando una charla que uno de los protagonistas luego contó públicamente.
Jerez no pudo creer que todos los protagonistas de aquel gran partido que había hecho el equipo nuevejuliense entrenaran doble turno después de sus trabajos; que quien marcó sus proyecciones ofensivas trabajaba en un comercio, incursionaba en un negocio propio, su esposa trabajara y el fútbol fuera una suerte de “pasatiempo” escasamente rentado.
Los mismo seguramente, le habrá ocurrido a los jugadores de Independiente en la noche del domingo.
Estas cercanías y distancias, son parte del fútbol que apasiona, y nos permiten de vez en cuando contar historias que marcan el verdadero sentido del jugar detrás de la pelota.
Fotografías:
Portada: El reflejo de los medios nacionales del gran protagonista futbolístico del fin de semana.
1) Julio Airaudo, el arquero de Alianza, en su puesto de trabajo.
2) Once Tigres, reflejo local del esfuerzo puesto de manifiesto en la competencia deportiva.
3) Pablo Jeréz, ex Boca, jugador de Camioneros de General Rodríguez.
4) Once Tigres ante Camioneros.
