3 mayo 2024

Lo merecen: los Aros de Cebolla celebran su día

La cebolla es, sin lugar a dudas, uno de los ingredientes que más hace presencia en preparaciones saladas. En polvo, licuada, entera, troceada, en julianas o rodajas, casi siempre se utiliza para acompañar otros alimentos: ensaladas, salteados, salsas, guisos, marinadas y otros platillos.

Lo cierto es que a pesar de su rico sabor y su versatilidad, es bastante subestimada por algunos comensales, y por eso este post va dedicado a una receta superconocida en la que ellas son las protagonistas: los aros de cebolla.Opacadas por las reinas papas fritas, pero igual o hasta más sabrosas que ellas, son una opción excelente para las comidas rápidas como hamburguesas o pollo frito, y también para platillos estilo barbacoa, como costillitas de cerdo. Sin embargo, son tan deliciosas y sencillas, que pasan perfectamente como un rico pasapalo o tentempié.Se dice que su origen no se conoce con exactitud, pero hay registros históricos de recetas que parecen ser las principales manifestaciones o bases de lo que hoy son los originales aros de cebolla. Al parecer, en el libro The Art of Cookery Made Easy and Refined (El arte de la cocina fácil y refinada), publicado en el año 1802, había una receta llamada “cebollas fritas con queso parmesano”, cuya preparación es muy similar a los aros actuales.

Aunque muchos aseguran que la primera vez que estas aparecieron fue en una publicación del New York Times Magazine en 1933, la cual era una receta de “anillos de cebolla fritos” patrocinada por la marca de manteca Crico, existe una disputa entre esta teoría y el reclamo de la extinta cadena de restaurantes Kirbys Pig Stand, cuyos dueños aseguran ser los creadores de las cebollas en los años cuarenta del siglo pasado.

Como todas las preparaciones antiguas y tradicionales, existen muchas dudas sobre la forma correcta de cocinarlas. Cuando se trata de frituras, es aún más complicado hallar el mecanismo ideal para obtener un resultado crujiente, dorado y, sobre todo, espectacular.

Por eso, aquí podrá encontrar las claves para entender cómo preparar los aros de cebolla perfectos y deleitar a sus familiares e invitados.

Además de adaptarse prácticamente a cualquier preparación y adoptar los sabores de sus acompañantes, la cebolla es una fuente de fibra, hierro, potasio, vitamina C y otros micronutrientes indispensables para un excelente funcionamiento del organismo.

Realmente, no existe una regla estricta sobre qué tipo de cebolla utilizar para los aros. A diferencia de las papas, para las que sí hay unas especies más indicadas para freír, aquí depende principalmente del gusto de quien cocina.

En algunos países, son muchas las variedades de cebollas que se pueden conseguir, pero para no complicar tanto al lector nos limitaremos a diferenciar entre las cebollas blancas y las moradas. Las primeras son un poco más tenues y dulces, y las coloradas tienen un sabor más intenso y picoso. Con cualquiera de las dos, los aros pueden quedar excelentes, pero las más utilizadas son las blancas.

Algunos expertos en la materia, como Guy Fieri (conductor del programa Dinners, Drive-Ins & Dives), dicen que mientras más dulce sea la cebolla, mejor. Sin embargo, no es realmente necesario que se utilice la clase que posea más azúcar en su composición. Ahora, si usted prefiere seguir la recomendación del calificado personaje, puede consultar cuál de las cebollas disponibles en su automercado de preferencia posee más azúcares.

 

Lo ideal es que no sean ni demasiado gruesas ni muy finas. Sin son muy anchas, puede que no se cocinen completamente y serán mucho más difíciles de freír y consumir. En cambio, si se hacen muy delgadas, es probable que la cobertura sea mucho más invasiva y no se sienta el sabor y la textura de la cebolla por ningún lado.

Es mejor cortarlas con un grosor de medio centímetro, o hasta uno completo como mucho.

El remojo

Un paso fundamental (o no) es el de poner las cebollas en remojo. Realmente no es un requisito que haya que cumplir obligatoriamente, pero sí es una buena técnica para disminuir ligeramente su fuerte olor y sabor, sobre todo cuando se va a comer cruda o, como en este caso, cuando se le va a dar una cocción breve.

El truco está en remojarlas en agua fría con sal por al menos 10 minutos y no más de 30. Luego, se escurren bien y se secan. Se especula que el agua salada debilita el azufre, que es el responsable de su sabor penetrante.

Otros prefieren remojarlas directamente en un saborizante como cervezaleche o suero de leche. Esta última es la más recomendada por chefs reconocidos, y, según un trabajo especial hecho por el periódico británico The Guardian, es la que supera con creces la expectativa de los aros perfectos.

Primero, porque al ser una sustancia pegajosa, ayuda a que luego se adhiera perfectamente a la harina, y porque su ácido y peculiar sabor se fusiona perfectamente con el dulzor de la cebolla y forma una cubierta bastante sabrosa.

Pero, para que no sea tan pronunciada la acidez de la misma, Felicity Cloake, de The Guardian, recomienda mezclar el suero con un poco de leche tradicional.

La cubierta

Unos aros de cebolla no están bien logrados si no tienen una cubierta doradita y crujiente. Aquí es donde existen dos formas bien marcadas de prepararlos.

La primera es la de pasarlas por un rebozado tradicional, que consiste en enharinar las rodajas, luego pasarlas por huevo y por último por un ingrediente que aporte crocancia como pan ralladoharina de maíz o, hasta con mucha imaginación, panko u hojuelas de maíz tostadas.

Cuando se trata de remojarlos en suero de leche, se esquiva la opción del huevo y se pasa directamente a la mezcla de harinas y saborizantes, para luego freírse con normalidad.

 

La otra manera de realizarlas es la de sumergirlas en una mezcla o batido, que en inglés se conoce como “batter”. Esta no es más que la unión de un liquido con una harina, la cual constituye una sustancia espesa ideal para cubrir alimentos que se van a freír. Podría más o menos interpretarse como una especia de tempura.

Para entender bien cómo suelen lucir estos últimos, son muy similares a los que sirven en Burger King.

 

 

Por lo general se suele hacer con agua muy fría o con alguna bebida efervescente, como soda o cerveza, porque le da más sabor y aire a la mezcla, lo que genera una corteza mucho más ligera y crocante. Con esta, luego también se pueden pasar los aros por harinas y otros polvillos.

¿Cuál de las dos usar?

Los dos métodos son aceptados y, si se siguen estas recomendaciones, los aros de cebolla serán satisfactorios. La opción a tomar dependerá de los gustos del cocinero, pues, si prefiere unos aros más crujientes y firmes, optará por la primera alternativa, pero si prefiere que tengan una costra más gruesa y un relleno cremoso, probablemente utilice una batter o mezcla.

Por lo general, en esta última, la cebolla suele quedar mucho más húmeda y en ocasiones se minimiza si la mezcla es demasiado espesa. Hasta puede que con un bocado se tome todo el trozo de cebolla y en la mano solo quede un trozo de masa sin esencia.

 

Entonces, lo recomendable es que si se va a hacer una mezcla para que la cebolla quede bien recubierta y adquiera un sabor llamativo, sea lo más ligera posible. Si es demasiado líquida, es posible que las harinas no se adhieran correctamente y queden unas cebollas disparatadas. Lo ideal es que sean un poco más aguada que una masa de panquecas.

Los ingredientes aprobados

La harina de trigo no está en duda, es indispensable. Podría sustituirse por maicena, pero es preferible la primera opción porque no aporta ningún sabor y ayuda a que los otros ingredientes se adhieran mejor.

El huevo es un adherente tradicional en todo empanado o rebozado, pero, si se usa otra sustancia pegajosa como la batter o el suero de leche, se puede evitar fácilmente.

Con respecto a la mezcla, hacerla con soda, cerveza o agua es aceptable. De ellas, la segunda es la que apenas y aporta un saborcito especial. De resto, cualquiera puede funcionar correctamente, pero como ya se mencionó, las bebidas carbonatadas hacer la cubierta mucho más ligera al liberar aire durante la cocción.

Emplear leche o huevos en esta sustancia tiene sus variaciones. Las proteínas de la leche ayudan a que la mezcla se adhiera mejor a la cebolla, y las azúcares naturales de la misma hacen que la cubierta sea mucho más marrón, delgada y crujiente. Por su parte, con huevo las yemas dan un color amarillo bastante llamativo, y sus proteínas hacen que la cobertura sea mucho más uniforme e impermeable, por lo que el alimento de relleno queda mucho más húmedo.

Misma función cumple el polvo de hornear, que a veces se emplea unificado con las harinas o en la mezcla de la cobertura. No está mal, pero tampoco es indispensable.

Sobre los agentes crujientes, la harina de maíz es la ganadora. Su color va mucho mejor con la concepción de los aros de cebolla y además quedan mucho más crocantes. El pan rallado queda mucho mejor en carnes, y cuando de opciones como panko o Corn Flakes se trata, es mejor dejarlos para cuando ya se haya adoptado la técnica perfecta para hacerlos de la forma tradicional.

Sabores de más

Esta etapa es bastante simple, basta con añadir sal y pimienta a la harina y listo. Realmente no necesita nada más, aunque muchos recomiendan añadir ajo en polvo, o perejil seco. Aquí lo que realmente importa es el sabor de la cebolla, y sus propias azúcares se encargan de potenciarlo al máximo.

Además, al utilizar cerveza o suero de leche ya se le está agregando un aroma extra especial. No hay por qué añadir tanta sazón fuera de lugar.

La cocción

 

Es muy simple, basta con utilizar un caldero o freidora con abundante aceite neutro, que preferiblemente nunca exceda los 200 °C para que no se doren demasiado por fuera y queden crudos por dentro.

Al horno también son una opción, pero, siendo honestos, pierde algo de carisma la preparación al ser horneados y no fritos.

Finalmente, luego de haber cumplido con la investigación y tomado en cuenta la observación de algunos expertos, resulta más que confiable destacar la receta colgada por The Guardian que define a los aros de cebolla perfectos. Por eso, la compartimos con ustedes.

Aros de cebolla

Ingredientes

  • 1 cebolla grande cortada en rodajas de 0,5 a 1 cm
  • 400 mililitros de suero de leche
  • 100 mililitros de leche
  • Aceite neutro (de maíz o de soya preferiblemente)
  • 75 gramos de harina de trigo
  • 25 gramos de harina de maíz
  • Sal y pimienta al gusto

 

Preparación

  • Mezclar la leche y el suero en un bol y sumergir las cebollas por 30 minutos.
  • En un caldero, precalentar el aceite a 180 °C. Mientras tanto, mezclar la harina de trigo, harina de maíz, sal y pimienta en otro recipiente. Retirar los aros de la mezcla de leche y retirar el exceso. Pasar por la mezcla de harina hasta que estén bien cubiertas y sacudir para que caigan los sobrantes. Colocar sobre un plato.
  • Preparar otro plato con papel absorbente. Cuando esté caliente el aceite, añadir un máximo de 5 o 6 aros de cebolla y dejar dorar. Ir volteándolos y removiéndolos poco a poco para que se cocinen por todos lados.
  • Retirar del aceite y dejar escurrir. Colocar sobre el papel absorbente y servir inmediatamente.