5 mayo 2024

Violencia simbólica en ámbitos laborales es más común de lo pensado

Bumeran y la organización Grow- género y trabajo realizaron una encuesta respecto de la violencia simbólica en el ámbito laboral, de la cual el 87% de los argentinos que participaron en la encuesta expresaron vivir o haber vivido situaciones de violencia simbólica en el ámbito laboral, dos puntos porcentuales por encima de la media de la región que se ubica en un 85%.

La empresa Bumeran y la organización Grow- género y trabajo realizaron una encuesta respecto de la violencia simbólica dentro del ámbito laboral, donde el 87% del universo de las personas consultadas participaron, vive o vivió alguna situación de violencia simbólica en su trabajo. Al profundizar en el tipo de situaciones que experimentaron: 9 de cada 10 dijeron haber recibido comentarios inapropiados o agraviantes sobre su apariencia física y/o su cuerpo.

De la encuesta participaron 1062 personas de las cuales 763 son de argentina. Ahora bien, el 87% de los argentinos que participaron en la encuesta expresaron vivir o haber vivido situaciones de violencia simbólica en el ámbito laboral, dos puntos porcentuales por encima de la media de la región que se ubica en un 85%. De esta forma, Argentina es el país dónde más se vivencia esta problemática.

Si se tiene en cuenta a las personas que no sólo experimentaron en primera persona la violencia simbólica sino que también escucharon situaciones asociadas, como comentarios o bromas inapropiados, el porcentaje incrementa al 97% tanto en Argentina como en la región.

Respecto a las situaciones experimentadas, se destacan los comentarios inapropiados o agravantes sobre la apariencia física o cuerpo con un 95%. O sea, 9 de cada 10 argentinos recibió este tipo de comentario. No se registran diferencias sustanciales con el resto de la región.

“La apariencia física es un gran factor al momento de recibir comentarios discriminatorios y violencia simbólica. Si lo pensamos desde un enfoque de género, es posible que esto afecte en mayor medida a las mujeres, dado que el imperativo de belleza y buena apariencia recae principalmente sobre ellas”, sostuvo Georgina Sticco, co-fundadora de Grow- género y trabajo.

Además, el 86% de las personas encuestadas argentinas, 8 de cada 10, fue sujeto de bromas o comentarios inadecuados asociados a tener o no tener pareja o relaciones sexuales.

Otra práctica que vivenciaron gran parte de las personas participantes, el 86% u 8 de cada 10, fue que se les asignen tareas o roles que están fuera de las responsabilidades de su puesto laboral en función de su género.

El 94% de las personas participantes del estudio de Argentina afirma haber escuchado o atestiguado alguna situación de violencia simbólica en el trabajo. El promedio regional no presenta diferencias significativas.

Dentro de las situaciones atestiguadas, el 79% de los/as argentinos/as escuchó comentarios estereotipados, bromas, chistes, burlas y/o apodos respecto a la identidad de género. Este número está dos puntos por encima del regional que es de un 77%.

A su vez, el 79% presenció comentarios estereotipados, bromas, chistes, burlas y/o apodos en relación a la orientación sexo afectiva; y otro 79% comentarios inapropiados o agraviantes sobre la apariencia física y/ el cuerpo. En ambos casos el resultado en Argentina es mayor a la media de la región, donde presenta un 76%.

También se destaca que el 77% escuchó bromas o comentarios inadecuados por mostrar sensibilidad o emocionalidad. Número que se encuentra tres puntos por encima del general de la región, que es de un 74%.

Los hombres cis, aquellos cuyo género se corresponde con aquel que se les asignó al nacer, fueron los más identificados como quienes ejercieron las situaciones de violencia. Un 67% de las personas participantes argentinas indicó a los jefes varones cis como los autores de estos comportamientos.

¿Qué es la violencia simbólica?
“La que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de una persona sobre otra, principalmente de las mujeres y de otros grupos vulnerables en la sociedad”, explica Sticco.