29 abril 2024

El “milanosaurio” es tucumano

Uno de los sándwiches de milanesa más grandes de la Argentina y, por qué no, del mundo. Conocé dónde lo venden.

Mide 35 centímetros de largo y llega a pesar hasta tres cuartos de kilo. Consiste en cuatro pisos de carne, tomate, lechuga, jamón, queso y huevo a la plancha. Sus creadores lo bautizaron “el mila Turco” pero en Tucumán todos lo llaman el “milanosaurio”.

“El especial que los clientes llaman ‘milanosaurio’ lleva cuatro fetas o ‘pisos’ de milanesa intercaladas: son 350 gramos de carne que pesa todavía más con el huevo y el pan rallado, cuando se hace milanesa”, cuenta Sergio Santillán, el creador de El Turco, una especie de Pancho 46 por su popularidad; se llama así en honor al apodo de su abuelo, vendedor de comida callejera. “Pero no somos turcos, venimos de una familia criolla bien del campo”, aclara.

El sándwich de milanesa común, con lechuga y tomate, sale 350 pesos, y el especial 440 pesos: pueden comerlo dos personas tranquilamente,

No es para menos: el “milanosaurio” completo con todos sus ingredientes pesa más de 700 gramos.

“Tenemos una carta amplia, pero la realidad es que el sánguche -así lo nombra, como todo tucumano- de milanesa es nuestro fuerte. Viene gente de Salta, Catamarca y Córdoba a probarlo, y micros desde Bolivia”, cuenta Sergio.

Y detalla los otros clásicos que también tienen buena salida. “El asadito árabe es uno; se prepara con carne molida, cebolla y especias como el comino, y se mete en el pan sanguchero”, dice.

O el súper popular “moliturco”, una especialidad “para los trabajadores en épocas de crisis” que vale 180 pesos y se cocina así: se amasa la carne picada con especias, se hace una suerte de hamburguesa alargada, se pasa por huevo y perejil, se empana, se fríe en aceite como la milanesa y se arma un sándwich.

“Nos tuvimos que adaptar a las necesidades de la gente: la pandemia fue muy dura y a pesar de todo no despedimos a ningún empleado, estamos saliendo adelante de nuevo”, explica el dueño. “El ‘moliturco’ no nos deja casi rentabilidad, esa es la verdad, pero los sueldos no alcanzan y hay que adaptarse al bolsillo de la gente, es nuestra política, nosotros también somos gente de trabajo que venimos del campo”.

Sergio agrega que lograron sostener precios competitivos porque cuentan con carnicería propia: “El deposte de la carne lo hacemos nosotros. Para la milanesa usamos carne de novillo y los cortes son nalga, cuadrada, chiquizuela o bola de lomo, y corazón de cuadril que es muy tierna”.

El pan también es de factura propia: “Mide un poco más de 35 cm, es el clásico ‘sanguchero’, una variante intermedia entre el pan figazza, el pan francés (pero no tan crocante) y el pebete (pero no tan blando). Nosotros no le ponemos leche, como otros; el nuestro lleva solo agua”, remarcó.

Párrafo aparte merece la salsa salteña y su variante ultra picante. “La preparamos con tomate y cebolla picados, perejil, aceite y vinagre, y la picante además lleva un ají muy fuerte, rico y sabroso, que traemos en vaina desde Santiago del Estero, es el famoso ‘putaparió’, así lo llaman ellos”.

Esta salsa picante lleva también “otras cositas” que prefiere mantener en reserva y guarda su fórmula bajo siete llaves como un verdadero secreto industrial. “A los que les gusta el picante les resulta muy rica, pero la verdad que es fuerte”.