20 abril 2024

Quedaron varados con su circo y ahora venden pollos


Los 35 artistas que trabajan en el Circo Dihany quedaron atrapados en un predio de la ciudad de Cipolletti luego del aislamiento obligatorio decretado por el gobierno nacional. "No nos vamos porque no tenemos a dónde ir", dijo el director del espectáculo.



 

Jueves 16 de julio de 2020.

Daniel Molina (31) es mago, motociclista en el “globo de la muerte” y maestro de ceremonias en el Circo Dihany, el espectáculo que él mismo creó hace más de siete años y con el que recorre el país de punta a punta. Como nadie, sabe que se mueve en un ambiente en el que todo cuesta, pero también, como admite, “lo único que sé es estar arriba de un escenario”. Sin embargo, este año Daniel y los 34 artistas que lo acompañan en su larga travesía circense tuvieron que hacerle frente a una situación inédita: por la cuarentena obligatoria decretada por el gobierno para frenar el avance del COVID-19, su circo quedó varado en la ciudad de Cipolletti, Río Negro, en plena gira nacional y sin la posibilidad dar un solo espectáculo. porque está prohibido.

Es decir, la pandemia les impidió seguir con su trabajo y hoy, con casi cuatro meses de confinamiento, el grupo de artistas se las rebusca como puede mientras los autorizan nuevamente a levantar la carpa. “Somos nueve familias que quedamos varadas desde marzo. Cuando llegamos a Cipolletti pudimos dar dos shows, uno fue con menos gente porque para ese momento ya se limitaba la capacidad y de repente se ordenó la cuarentena y quedamos atrapados en el predio, sin saber qué hacer”, relató Daniel en diálogo con Infobae.
Pasaron los días, las semanas y la situación se mantuvo. La falta de ingresos por la venta de entradas golpeó de lleno su actividad y no les quedó otra que palear la situación con lo primero que tuvieron a mano. fue así que se dedicaron a vender comida. Primero fueron churros, después repartieron pochoclos hasta que finalmente, en la entrada del circo, instalaron un asador en el que cocinan pollos para vender. Los acompañan con papas fritas o con ensalada. Muchos de sus clientes se acercan a comprar, mientras a que otros se los llevan hasta la casa.

“Hacemos delivery, vendemos lo que podemos y todos los días. Nos permite ganar algo de dinero para las cosas diarias de higiene, comida y por ejemplo pagar el teléfono, que es algo muy importante en este tiempo. No es lo único que vendemos. La familia de los enanos, que son también los payasos, venden churros. Ellos salen y los venden. Acá cada uno se la rebusca como puede”, relató Daniel, cuyo nombre artístico es el que usó para nombrar su circo: Dihany.
Cuando llegaron a la ciudad rionegrina los primeros días de marzo, la idea original era quedarse durante cuatro fines de semana. Para las instalaciones del Circo, alquilaron un predio privado por un valor de 100.000 pesos pero cuando comenzó la cuarentena se vieron obligados a negociar con el dueño. “Hablamos y nos permitió quedarnos sin pagar el alquiler. En cuanto a los vecinos sólo tenemos palabras de agradecimiento. Nos dieron de comer y ahora, cada vez que pueden, nos compran comida. Al principio vendíamos un montón pero en las últimas semana han caído las ventas, pero igual nos alcanza”, dijo el joven de 31 años, quien pese a la incertidumbre del sector de espectáculo por el virus, se muestra con un optimismo notable.

Al lado de la carpa del Circo están instalados los trailers en los que vive cada una de las familias del circo. Daniel lo hace junto a su esposa Stefanía, que dentro del espectáculo es una de las trapecistas y hace un número con anillos. En un costado está instalado el remolque en el que está su papá, un hombre de 70 años que ya está retirado del espectáculo y se dedica a controlar la boletería, y su mamá, quien maneja el buffet dentro del circo. “Nunca vivimos algo así, sólo en 2009 con la gripe A, pero que ni siquiera hubo cuarentena”, comentó.

Fuente: Infobae.