Investigadores de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) advirtieron sobre la posibilidad de que el mosquito aedes aegypti, agente transmisor de los virus de dengue, zika, chikungunya y fiebre amarilla, tenga mayor presencia en la región por las consecuencias del cambio climático y al incremento de los movimientos migratorios en el mundo.
Jueves, 10 de octubre de 2019.
Desde el Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (Cepave), dependiente de la UNLP y el Conicet, sostuvieron que si bien desde diciembre a fines de marzo es la época de mayor densidad de este mosquito, y en consecuencia hay mayor riesgo de transmisión, su ciclo de vida "se desarrolla a lo largo de todo el año en los distintos estados, huevo, larva, pupa y adulto".
En este sentido adelantó que "a partir de enero, la presencia del mosquito en La Plata y alrededores va a ser muy notoria", y aclaró que con la llegada del calor intenso "el ciclo de vida del mosquito se acelera, y en 15 días pasa de huevo a mosquito adulto en condiciones de poner una nueva generación de huevos".
García explicó que tanto el cambio climático como los movimientos migratorios que se realizan de forma constante favorecerá que virus que estaba, por ejemplo, en el sudeste asiático, en África u en otro continente pueda propagarse de forma rápida por América latina.
Un caso revelador, señaló, es el del virus del zika, que estaba restringido a África hasta hace pocos años. Pero en 2014 pasó a islas del Pacífico y en 2015 y 2016 se lo registró en el continente americano.
Si bien A. aegypti se había declarado erradicado de Argentina en 1963, desde 1989 la población del mosquito comenzó a expandirse de nuevo en la región. Científicos del Cepave detectaron su presencia en la provincia de Buenos Aires en 1994. A partir de allí, este Centro realizó mediciones semanales de densidad y desplazamiento de las poblaciones de aedes aegypti, y en 2000 se presentó un informe a las autoridades sanitarias anticipando "que esto que vivimos hoy podía ocurrir".
En cuanto a los criaderos, lo común comprende recipientes naturales o artificiales en los que se deposita agua, cerca o dentro de las viviendas.
En América latina y el Caribe, en los primeros siete meses de 2019, más de dos millones de personas contrajeron la enfermedad y 723 fallecieron.
En Argentina, según datos de la Secretaría de Salud de la Nación, en el verano de 2018 se detectaron más de 76.000 casos y se produjeron 11 muertes. Un daño superior en un 53% si se lo compara con la epidemia que afectó al país en 2009.
Fuente: ambito.com