2 mayo 2024

LA HISTORIA DE ALVARITO: SÍ SE PUEDE...

Su papá es bombero de Junín y Alvaro soñaba con seguir los pasos de su padre. Ya consiguió su nombramiento y solo falta la firma de la gobernadora María Eugenia Vidal, señala una emotiva nota de la revista "Gente" sobre el caso del joven juninense con síndrome de Down que es Bombero Voluntario.

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Viernes 14 de abril de 2017.

 

lvaro Lafarge tiene 21 años, vive en Junín y va a ser el primer bombero con síndrome de Down de la policía bonaerense. Esta es la historia de un chico que soñó con seguir los pasos de papá, también bombero. Luchador amiguero, deportista y buen hermano alcanzó su meta gracias al apoyo de sus padres y al de diecisiete mil personas que firmaron una petición online.

"Me encanta mi uniforme, el desfile, ya quiero ser bombero"

SU HISTORIA

"¿Si llega a ser diferente, qué vas a hacer?”, le preguntó Mariana Sánchez (53) a su marido, Alberto Lafarge (47), cuando estaba embarazada de cinco meses, porque presentía que algo estaba mal. Y la respuesta que escuchó fue inequívoca: “Lo voy a querer más”.

Ese 12 de abril de 1995, Alvaro Lafarge Sánchez llegó a sus vidas con apenas 2,800 kilos de peso y las cambió para siempre. Diagnosticado con síndrome de Down, tuvo un primer año difícil porque padeció problemas respiratorios que llevaron a que fuera internado varias veces. Fue en uno de esos momentos que Leticia, la mayor de sus cuatro hermanas, con diez años, preguntó: “¿por qué mi hermanito se enferma tanto?”. Le explicaron su condición con tanto amor que siempre fue tratado como uno más. “Queríamos que tuviera amigos, que fuera a los cumpleaños y que jugara como cualquiera… porque él nació para ser feliz”, relata con total sinceridad su madre.

Con ese mismo objetivo, buscó una comunidad educativa que pudiera acompañarlo. En los dos primeros jardines lo dejaron relegado porque lo discriminaban, pero luego encontraron el Santa Isabel y todo cambió. Con apenas cuatro años, se quedaba solo en los cumples (a pesar de la incredulidad de las otras madres) y también viajaba contento en el bus que lo llevaba al club de rugby Los Miuras, en el que practicaba natación. Así fue creciendo hasta que ingresó, a los siete, en la escuela número 2 General José de San Martín, en la que conoció amigos que jamás lo dejaron de lado.

Cinco años más tarde, en el 2008, empezó a andar a caballo como terapia, hasta que uno de los profesores sugirió que él podía hacer salto. Y así arrancó su pasión por la equitación, que lo llevó a estar federado en 2011. Mientras tanto, su instrucción continuó en un centro de formación laboral integrado al secundario de una escuela agraria.

CAMINO A LA AUTOBOMBA

El puntapié de su odisea profesional se dio en 2014, después de que comenzara una pasantía en el Centro de Formación Laboral de la Municipalidad de Junín, ciudad donde reside. “Al tercer día me dijo que no quería ir más porque quería ser bombero”, cuenta Mariana, su mamá, que toma aire y continúa: “Esa noche yo le dije que no podía, y él me preguntó por qué. Miré a mi marido, que es bombero, y los dos teníamos lágrimas en los ojos. Así que sin decir nada, al otro día fui a hablar con el jefe del cuartel, Daniel Foti. El me dijo que no tenía ningún inconveniente, pero que lo dejara averiguar qué había que hacer. Era un ingreso como cualquier otro, que después pasaría por el ente regulador de trabajo de las personas con discapacidad. Empezamos los papeles y él lo invitó al desfile del 25 de mayo”.

Radiante, ese día Alvaro subió a la autobomba y sintió que ése era su destino. De ahí en más comenzó a ir voluntariamente tres veces por semana al cuartel durante tres años. Aprendió a hacer RCP, a acomodar las mangueras, a limpiar las autobombas y también a ser parte de las visitas escolares. Un aprendizaje que se interrumpió cuando cambió el jefe de policía, ya que él no quería ser responsable de Alvaro hasta que no tuviera su ingreso oficial.

Sus padres llevaban tres años buscándolo, pero el expediente no avanzaba. Ante ese escenario, se les ocurrió escribir a change.org contando su historia. Y fue por ese medio que juntaron diecisiete mil firmas. Tres meses más tarde, el 16 de diciembre de este año, el ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Cristian Ritondo, firmó la resolución de su nombramiento.

El pasado 27 de febrero los recibió en su despacho para que Alvaro conociera la resolución. Ahora sólo falta la rúbrica de María Eugenia Vidal, la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires.
Mientras tanto, Alvaro vive feliz. Y con franca sonrisa dice: “Me encanta mi uniforme, el desfile y las autobombas. ¡Ya quiero ser bombero! Estoy feliz de poder cumplir mi sueño”. Y, pensando en lo que viene, se frota las manos.

(Por Kari Araujo, revista Gente)