30 abril 2024

Falleció hoy "Bichi" Baztarrica

Poco después del mediodía de hoy, y apenas 6 días antes de cumplir 63 años de edad, falleció como consecuencia de una afección cardíaca el querido convecino Roberto Fermín Baztarrica, a quien distintas generaciones de nuevejulienses conocían por su apodo: “Bichi”.

Cariñoso, respetuoso y amable, solía recorrer las calles de la ciudad con una suerte de rutina prefijada: paradas “obligatorias” en los domicilios y comercios de vecinos y amigos; su diario paso por la Misa vespertina de la Iglesia Catedral y el saludo siempre afectuoso a cada transeúnte que cruzaba a su paso, hasta que llegara “la hora del mate cocido”; hasta que como a todos, la pandemia lo recluyó en su hogar.

Sin embargo, este largo tiempo de aislamiento, no hará olvidar a cada nuevejuliense su eterna sonrisa, su sano e inocente humor y lo que seguramente todos le envidiaban: su profunda alegría por vivir y disfrutar de cada día.

Quedará para siempre flotando en el aire de las calles céntricas cercanas a su domicilio su figura, de andar lento y cansino, con una infaltable bolsa plástica entre sus manos en la que guardaba una tarjeta plastificada con la frase “La vida es una película que hay que saber interpretar”; a la que no hace tiempo atrás había agregado una estampita de la Virgen de Luján, y a veces, una figurita de Ignacio “Nacho” Fernández, ex jugador de su amado River Plate, pasión que había heredado de su familia, al igual que la que guardaba por el Club San Martín.

Su otra frase de cabecera, que casi ni vale la pena repetir por obvia, seguirá resonando en cada rincón de la ciudad en la que supo ganarse el aprecio de todos; porque sin dudas no debe haber nuevejuliense que nunca haya cruzado por la calle a “Bichi” y sin conocerlo, se hizo un tiempo para intercambiar un afectuoso abrazo, de esos que se podían dar antes de la llegada del Covid, una palabras, leer por enésima vez su tarjeta de presentación o al menos pegar un grito bien pueblerino, sin respetar el horario de la siesta: “Chau Bichiiii….!!”.

Ese mismo saludo, pero con voz mucho más baja y apenada, respetuosa y quebrada por el dolor que produce la pérdida de una buena persona, también se escucha hoy en la comunidad, pero lamentablemente es la primera vez que su apodo no invita a una sonrisa, sino a una lágrima.
Que en paz descanses, querido, “Vecinito, vecinito…”.