28 marzo 2024

El mundo desperdicia el 17% de los alimentos que produce

La FAO señaló que, mientras esto ocurre, 811 millones de personas padecen hambre y 132 millones enfrentan inseguridad alimentaria y nutricional.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) advirtió que 931 millones de toneladas o el 17% de los alimentos que se produjeron en 2019 acabaron en la basura de las familias, los comercios minoristas, los restaurantes y otros actores del rubro de la alimentación.

Al mismo tiempo, la FAO señaló que 811 millones de personas padecen hambre y 132 millones enfrentan inseguridad alimentaria y nutricional hoy debido a la pandemia de COVID-19.

Al identificar la cantidad de comida en términos de dinero, la pérdida de alimentos anual se estima en 400.000 millones de dólares. El organismo de la ONU destacó estas cifras en vísperas del Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, que se celebrará el 29 de septiembre.

Asimismo, la organización recalcó que los alimentos que no se consumen suponen un desperdicio de recursos como la tierra, el agua, la energía, el suelo, las semillas y otros insumos utilizados para su producción.

Por su parte, la directora adjunta de Desarrollo Económico y Social de la FAO explicó en una conferencia de prensa en Ginebra que el problema del desperdicio de alimentos es mundial y que no se limita a las naciones ricas.

“La inseguridad alimentaria, el hambre y la desnutrición afectan a todos los países del mundo, ninguno está exento. Unos 811 millones de personas sufren hambre; 2000 millones tienen deficiencias de micronutrientes, es decir, deficiencias de vitaminas y minerales; y millones de niños padecen retraso del crecimiento y emaciación, formas mortales de desnutrición”, detalló Nancy Aburto.

En este sentido, la funcionaria advirtió que, debido a su alto costo, las dietas saludables están fuera del alcance de la gran mayoría de las personas de todas las regiones del mundo, incluida Europa.

También afirmó que los países necesitan adoptar herramientas innovadoras para reducir el desperdicio, y citó como ejemplo los nuevos empaquetados que pueden prolongar la vida útil de muchos alimentos o las aplicaciones para teléfonos inteligentes que acercan a los consumidores y a los productores, acortando el tiempo entre la cosecha y el consumo del alimento.