El animal prehistórico fue encontrado cuando trabajadores realizaban un pozo en una fábrica. Cuando llegaron a unos 5 metros de profundidad chocaron con el fósil. Para destacar el gesto de la empresa Almar que paró con la obra y comunicó lo sucedido al Municipio; las autoridades se pusieron rápidamente en contacto con el paleontólogo Damián Voglino, perteneciente al Centro del registro del patrimonio arqueológico y paleontológico y se puso a trabajar en el lugar con su equipo. Voglino adelantó que el gliptodonte estaba enterrado desde hace 10 mil años como mínimo.
Jueves, 1 de diciembre de 2016
El Gliptodonte era un enorme mamífero prehistórico que vivió en América del sur y que vino de América del Norte y cuya característica principal era su capa protectora, un caparazón que lo blindaba y protegía de los depredadores de la época.
Esta coraza ósea era muy resistente y era capaz de soportar mordidas de tigres dientes de sable y lobos gigantes. Era un animal pesado, poco ágil, del tamaño de un hipopótamo y con una fuerza descomunal. Sus huesos fueron robustos y duros, tenían que soportar un peso concentrado que fácilmente superaba los 2000 kilos y la altura de un hombre.
Este herbívoro prehistórico estaba muy bien diseñado, su capa protectora le proporcionaba la seguridad para evitar ataques de sus depredadores. Pero su papel de presa no era pasivo, también podía defenderse con su robusta cola. Una cola pesada con puntiagudos huesos que bien utilizada era capaz de partir patas, costillas y los cráneos de sus depredadores.
Fue tanto el éxito de este animal del sur de América que llegó a existir hasta la llegada del ser humano. Entonces, como suele pasar desde que estamos en la Tierra, exterminamos la especie. Bien para comer su carne, bien para utilizar el enorme caparazón como refugio.
Los primeros gliptodontes, más pequeños, no tenían un caparazón óseo formado por piezas hexagonales, sino más bien con placas alargadas como el armadillo actual. Pero conforme fueron creciendo en tamaño, las placas alargadas se fusionaron, adquiriendo la fuerte consistencia del caparazón que los protegía.
Crédito: Tiempo Rojas