Miércoles 26 de octubre de 2016.
La Iglesia católica emitió nuevas normas que prohíben que las cenizas de sus fieles que desean ser cremados no puedan ser esparcidas, divididas ni conservadas en la casa, echadas al mar o usarlas para confeccionar recuerdos, sino que deben ser guardadas en un lugar aprobado por la Iglesia y consagrado.
El documento, elaborado por la Congregación para la Doctrina de la Fe que preside el Cardenal Gerhard Müller, insiste en que es preferible el entierro, pero expresa las normas para conservar las cenizas del número creciente de católicos que prefieren la cremación.
“Siguiendo la antiquísima tradición cristiana, la Iglesia recomienda insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en cementerios u otros lugares sagrados”, menciona. Y recuerda que “la inhumación (entierro) es en primer lugar la forma más adecuada para expresar la fe y la esperanza en la resurrección corpórea”.
Desde el Vaticano afirman que “enterrando los cuerpos de los fieles difuntos, la Iglesia confirma su fe en la resurrección de la carne, y pone de relieve la alta dignidad del cuerpo humano como parte integrante de la persona con la cual el cuerpo comparte la historia”.