24 abril 2024

"NACHO" SIGUE COSECHANDO ELOGIOS


Escribe Eduardo Verona.

Lunes, 16 de diciembre de 2019.

Al borde de cumplir 30 años el próximo 12 de enero, el destacadísimo volante todo terreno de River, muy elogiado por Riquelme y Maradona, quizás logra expresar con su juego dinámico y explosivo una síntesis conceptual del equipo que dirige Marcelo Gallardo desde hace poco más de un lustro.

No tiene la típica pinta del zurdo clásico que se revela como un auténtico crack. No engancha, frena y vuelve a enganchar con la sutileza y elegancia con que lo hacen los zurdos que tienen un tesoro escondido en ese pie. Nacho Fernández no deslumbra en ese plano. No la rompe en favor de esos contenidos futbolísticos que incluso sin tocar la pelota ya tienen al público y a la prensa de su lado.

Hay que esperarlo en la cancha. Hay que ver como va desarrollando su juego. Como interpreta el partido. Como le presta su dinámica y su ritmo a las necesidades del equipo que integra. Como le sube la temperatura a cada acción de juego. Y como desequilibra, quizás sin la compañía de la gran belleza estilística que otros zurdos celebres registran.

Es cierto, no lo ayuda su carrocería. Alto, flaco, algo desgarbado, piernas que parecen demasiada frágiles y vulnerables para bancarse el ida y vuelta permanente y la probable fricción. La verdad es que no impresiona a la distancia. No seduce ni cautiva su porte. No encandila con su presencia. Lo que sostuvimos en el arranque con otras palabras: no mete miedo en la postal previa de un partido más chico o más grande.

Pero juega mucho. Da mucho. Ofrece mucho. Genera mucho. Juan Román Riquelme lo viene diciendo hace bastante tiempo: “Es el mejor jugador del fútbol argentino. El juega a la pelota. Y no cualquiera juega a la pelota. Correr, corre cualquiera. Luchar. lucha cualquiera. Pero Nacho juega en toda la cancha”. Y agregó recordando la final de la Copa Libertadores 2018 disputada entre Boca y River, en Madrid: “Sin él, River no la ganaba. La ganaba Boca”.

Diego Maradona hace un par de semanas fue en la misma dirección que su enemigo Riquelme: “El mejor de la Superliga es de River. Es Nacho Fernández. Tiene una gamuza en el pie”.

Los elogios no menores de Riquelme y Maradona no explican todo. Pero le dan forma a una idea central: el volante todo terreno de River que aún no ha tenido las oportunidades que se merece en la Selección (el entrenador Lionel Scaloni planteó que lo tiene en consideración y sería bueno que el año próximo lo convoque), se distingue por su perfil multifacético.

No es un interior por derecha. No es un interior por izquierda. No es un zurdo que promueve la circulación de la pelota como lo hacía Fernando Redondo. No es armador. No es enganche. No es media punta. ¿Qué es? Termina siendo un protagonista con un nivel de adaptación formidable a variadas exigencias y roles. Nos remite a lo que fue Jorge Burruchaga (sin el gol fácil que tenía Burru), cuando aparecía libre por cualquier sector del campo, liderando la maniobra ofensiva o marcándole un pase a un compañero picando al espacio.

Es verdad, a veces peca de apurado Nacho Fernández. O de trasladar demasiado en zonas poco aconsejables. Pero siempre quiere la pelota. Siempre se muestra aún en condiciones desventajosas. Siempre intenta construir, combinar, asociarse. Su actitud general es muy participativa. Muy solidaria. Y muy generosa si ponemos en foco sus recorridos en campo propio y en campo ajeno.

Esa ductilidad estupenda le permite despojarse de encasillamientos. De jugar en una cancha amplia. De frecuentar todos los espacios. De entrar y salir de la jugada. De jugar con y sin la pelota. De elaborar y de resolver en el área rival hasta con cierta naturalidad.

A los 29 años (cumple 30 el 12 de enero), queda la potente sensación que sigue evolucionando. Como si no hubiera llegado todavía a su mejor versión futbolística. Continúa creciendo en su rendimiento, Nacho Fernández. Creciendo no solo en despliegue, sino en la lectura instantánea que va arrojando el juego. Por eso se convirtió en un pieza fundamental de River. En una individualidad clave del equipo que conduce Marcelo Gallardo.

Porque representa el espíritu de este River. Sin quintitas, sin roles muy establecidos, sin definiciones tácticas tajantes e inmodificables. Fernández parece ser la síntesis conceptual de un River que siempre se revitaliza en el marco de cualquier competencia.

En ese territorio que de manera positiva se va reconfigurando según las circunstancias, Nacho Fernández fue adquiriendo un relieve y una influencia determinante. No porque River no cuente con otros jugadores muy destacados. Pero es él quien logró elevarse más que el resto sin tener chapa de líder ni de jugador con una gran ascendencia en el vestuario.

Este zurdo de piernas largas y muy delgadas que llegó a River proveniente de Gimnasia y Esgrima La Plata en enero de 2016, refleja, sin dudas, un caso singular: explotó a los ojos de cualquier observador del fútbol entre los 28 y 29 años.

“Llegué tarde a Primera y no pude hacer una gran diferencia económica”, declaró hace pocos días. Llegó, en definitiva, cuando sus tiempos de maduración futbolística se manifestaron. Ahora, en plenitud, desde el exterior le van a acercar varias ofertas, aunque para dejar constancia de su posición, Gallardo aclaró que “no creo que lo vayamos a perder, no se va a ir a ningún lado”.

Su cláusula de rescisión es de 15 millones de dólares. Su futuro, como siempre en estos casos, depende del show business que gira alrededor del fútbol. Y de lo que puede hacer River para conservarlo.